La proliferación de medicamentos falsos en el mundo es un problema que crece en el mundo entero día a día. Los últimos datos disponibles indican que, aproximadamente el 10 por ciento del mercado farmacéutico mundial está controlado por mafias que introducen sus propias copias ilegales y los venden a través de diversos canales. La venta ambulante es una de las principales en el mundo en desarrollo, pero no cabe duda de que Internet es la puerta de entrada en los países más desarrollados.
Pero no sólo es a través de ‘canales alternativos’ como se llegan estos medicamentos a los usuarios. Hay numerosos casos (por suerte en España no) de detección en las propias oficinas de farmacia de medicamentos falsificados.
En el problema de los medicamentos falsos, además de ser una cuestión económica en la que se estafa a los pacientes y se evita la comercialización efectiva del fabricante autorizado del producto como en cualquier otro bien de consumo el riesgo para la salud pública es evidente.
En el mejor de los casos, el supuesto medicamento tendrá el principio activo en las dosis correctas, pero es frecuente que o no esté el principio activo o éste se encuentre en dosis incorrectas o que la formulación contenga contaminantes peligrosos para la salud. Según la OMS el 21 por ciento tiene menos dosificación de la que debiera, el 24 por ciento es de mala calidad y el 43 por ciento carece del principio activo. Todo ello hace que la falsificación de medicamentos sea un problema que preocupa a todas las instituciones relacionadas con la sanidad a nivel mundial.
La Comisión Europea ha realizado un consulta abierta sobre las estrategias a seguir para erradicar la falsificación de medicamentos. La OMS ha calificado de tragedia la situación en los países del Tercer Mundo, llegando a superar en algunos países el 30 por ciento del mercado total. En nuestro país se suceden las actuaciones. El Ministerio de Sanidad, la Agencia del Medicamento y las patronales e instituciones farmacéuticas se han tomado también en serio esta amenaza.
La situación es de tal trascendencia que las compañías están tomando medidas y, por ejemplo, la semana pasada, Sanofi-Aventis inauguró un laboratorio central antifalsificación. La compañía asegura haber detectado durante 2007 más de 2,5 millones de dosis falsas de sus productos.
En España, a día de hoy, no se ha detectado ningún caso de falsificación de medicamentos. En parte por la excelente labor realizada por las administraciones públicas y la excelente cobertura del Sistema Nacional de Salud pero, principalmente por el modelo de farmacia del que disfrutamos. La regulación del canal de la farmacia, con la excelente labor desarrollada por parte de las cooperativas y compañías distribuidoras impiden que las mafias internacionales logren introducir sus productos en el mercado. A ello también contribuye la excelente opinión que los pacientes tienen de los profesionales de las farmacias y el estrecho contacto existente que reduce de manera importante los riesgos.
La farmacia española tiene muchos beneficios palpables para los pacientes en el día a día, en cuanto a su excelente asistencia y proximidad, pero la protección que genera en el ámbito de los medicamentos falsos es algo no suficientemente valorado a la distribución farmacéutica y las oficinas de farmacia en su conjunto. Por tanto, el modelo mediterráneo amenazado en Bruselas es, también, un modelo seguro para los pacientes.