Doce compañías se quedan con la mitad de un negocio de 700.000 millones de dólares
Le decimos ‘flu’ y se quedarán como si nada. Una palabra anodina de las miles de palabras anodinas e insustanciales que contiene el diccionario anglosajón. A saber, como si les enumeramos otros términos pueriles como ‘cosa’, ‘algo’ o ‘puede’. Pero cuando la palabra pesa dólares y huele a beneficios, y aunque el objeto de nuestro reportaje fuera la palabra ‘cosa’, entonces no dudarían los más astutos en los negocios en crear y patentar el imaginerío convertible en artículo de escaparate. ‘Flu’ es gripe en inglés. Nunca una palabra ha costado tanto dinero en los últimos tiempos. Se ha presentado la bacanal para las farmacéuticas. Gripe A es su nombre.
Haciendo gala de ese imaginerío empresarial, nació el Tamiflu (o tami-flu), patente de negocios de lo que en nombre científico se hace llamar oseltamivir, fármaco antiviral de la gripe. El Tamiflu, fabricado por la farmacéutica suiza Roche, se ha presentado en sociedad de repente como la medicina más famosa, la más salpicada por los flashes desde el momento en que la Gripe A, o el virus H1N1, hizo acto de presencia en el organismo y los medios de comunicación. Poco interesante hasta ahora, puede pensarse, si se plantea que un irreverente virus causa la desgracia y una avispada empresa crea el remedio a la enfermedad que origina. No obstante, el Tamiflu tiene mucha más historia, no nació repentinamente tras conocerse este nuevo virus el pasado mes de marzo en México.
Imaginen que el Tamiflu es un genérico para los catarros de invierno y que, hasta 1996, era fabricado como otros genéricos por una empresa potente en el sector farmacéutico norteamericano. Un medicamento más comercializado por Gilead Sciences Inc., comandada por un famoso nombre y renombrado político llamado Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa de la era Bush. Ese año, Gilead vendió la patente a la suiza Hoffmann-La Roche. Además del precio abonado a la americana, Gilead se reservó unas plusvalías posteriores por valor de más de 62 millones de dólares, además de otras primas blindadas ligadas al éxito del medicamento. En ese momento, Tamiflu era aún ese genérico. Ahora, la gallina de los huevos de oro.
BALANCE
El balance semestral de Roche no deja espacio para la discusión. En el top ten de las medicinas que comercializa, donde se encuentran medicamentos para tratar el linfoma non-Hodgkin’s, la hepatitis B y C, la anemia y otras maldades del cuerpo humano, el Tamiflu es más que la estrella. Mientras Lucentis –producto para tratar la degeneración muscular– experimentó un crecimiento de ventas del 21%, el antiviral contra la Gripe A lo hizo en un 203%. 80 veces más que el tratamiento contra el cáncer de mama, 93 veces más que el medicamento contra la artritis reumatoide… Enfermedades proscritas al cajón de menos populares y que no han reportado, por lo tanto, tantas alegrías a la farmacéutica suiza. El volumen de ventas entre enero y junio de este medicamento supera los mil millones de francos suízos, unos seiscientos millones de euros. Más aún, las ventas de Tamiflu fueron de 254 millones de dólares en el año 2004 y, solo doce meses más tarde, se dispararon hasta los mil millones de dólares. Con una campaña activa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para fomentar el acopio de este antiviral por parte de los gobiernos del mundo, el balance anual de Roche va a provocar la mayor carcajada de éxito en la historia de esta compañía.
Roche posee ahora la patente del oseltamivir; Gilead Sciences (donde Rumsfeld aún es parte mayoritaria en el accionariado) solo puede tirarse de los pelos. O quizás no tanto. Cuando comenzó la pandemia de la gripe aviar, o virus H5N1, fueron las acciones de Gilead las que más subieron. ¿Pero por qué? Ya habían vendido la patente a Roche del Tamiflu… Pero el negocio de Rumsfeld estaba muy blindado, pues en torno a un 20% de las ventas de la suiza irían para los bolsillos de la norteamericana; éstas solo debían asegurarse que los Gobiernos recomendaran el Tamiflu contra lo que entonces se vendió como la pandemia más peligrosa, la peste del siglo XXI, casi un Armaggedon de mocos verdes y fiebre alta renacida del pollo. Y solo murieron cien personas. ¿Qué se iba a hacer con tanto stock de pastillitas antivirales? Venderlas, ahora con otra gripe. Del billón de francos suizos que ganó Roche en los últimos seis meses con la venta del fármaco, 653 fue para los gobiernos, animados por la OMS.
FABRICACIÓN
Y apareció la Gripe A (llamarle ‘porcina’ después del fiasco de la ‘aviar’ no pareció, quizás, buenmerchandising). El principio activo del Tamiflu, el oseltamivir, se fabrica con anís estrellado. Éste, que se produce en media docena de regiones de China y se recolecta en primavera, es la fuente de ácido shikímico, ingrediente primario del medicamento antigripal. Una valeriana con renombre, pero con trampa. Roche se ha hecho con el 90% de la producción mundial de esta planta. A pesar de que los chinos la usaron siempre como planta medicinal, la Federal Drug and Alimentation Office (FDA) de EEUU prohibió su consumo en el país en el año 2005, lo mismo que había hecho el Ministerio de Sanidad español cuatro años antes.
EL ZANAMIVIR
Éste ha tenido peor campaña de publicidad. La Gripe A es más Tamiflu que Zanamivir, pero a la empresa que fabrica esta última, la inglesa Glaxo Smith Kline (GSK), no le ha ido nada mal. Eso sí, no tiene el intríngulis político del otro medicamento. GSK es la segunda compañía farmacéutica más grande del mundo, después de Pfizer. El último balance disponible de la compañía es el anual de 2008, y recoge ya aumentos de ventas del 21%. El año pasado facturó solo por la comercialización de sus medicamentos 6.415 millones de libras. En el mismo documento, remitido a sus accionistas, reconoce que es el Tamiflu su mayor competencia, así como llama la atención de que la patente sobre el principio activo de su fármaco expira en el año 2013 para Estados Unidos, adquirida previamente en el año 1990.
LOBBY
El mercado mundial de los medicamentos representa unos 700.000 millones de euros cada año. Una docena de empresas como Bayer, Glaxo Smith Kline (GSK), Merck, Novartis, Pfizer, Roche, Sanofi-Aventis manejan más del 53% de ese mercado. Por cada euro que invierten en la creación de un fármaco de marca –no genérico– ganan mil en el mercado (4). Y tres de esas firmas, GSK, Novartis y Sanofi, se disponen a ganar miles de millones de euros más en los próximos meses gracias a las ventas masivas de la vacuna contra el virus A(H1N1) de la nueva gripe.
La Agencia Europea del Medicamento informó la pasada semana de que recomendaba a la Comisión Europea (CE) la vacuna contra el virus. Se trata de la vacuna Pandemrix, de la compañía –aquí está de nuevo– GlaxoSmithKline (GSK), que muy probablemente recibirá la licencia de la CE en próximos días para su comercialización tras el visto bueno dado por la agencia, con sede en Londres. Desde la aparición de la gripe los grandes laboratorios farmacéuticos trabajaron contrarreloj para fabricar una vacuna contra este virus. Que el negocio no pare.
Lara Graña. Xornal.com