Sobre la industria farmacéutica en Colombia habla Juan Camilo Palacio Ramírez, presidente de Lafrancol

La reciente designación de este médico como presidente de la farmacéutica cuyo origen se remonta a principios del siglo pasado, no pasó inadvertida en el sector.

Toda su carrera profesional la desarrolló en la competencia: la poderosa industria farmacéutica internacional a la que se vinculó hace más de 20 años.

«Esta es mi primera experiencia en la industria local y estoy muy contento de llegar aquí», dice con evidente entusiasmo.

Hasta hace poco dirigía en Colombia a la inglesa Astrazeneca y era el presidente de la junta directiva de Afidro (gremio de las multinacionales). ¿Por qué el cambio?

He estado en varios países; uno cumple sus ciclos en las organizaciones y tiene un valor agregado que dar a las empresas. Con mi posición anterior en Astrazeneca creo que en cierta forma había cumplido ese ciclo. Habíamos llevado a la compañía a una posición exitosa no sólo en Colombia, sino en otros países y lo que quedaba para mi es que la empresa me expatriara, y no tenía interés en esto. Honestamente, me motiva profundamente trabajar por el país.

Suena bonito.

De las cosas que se aprenden en las multinacionales es que, cuando se consolidan cifras mundiales de ventas, Colombia es un mercado de poco valor y no está en las prioridades de ninguna de ellas; se sufre la frustración de ver que la mayoría de multinacionales están consolidando sus sitios de producción y no tienen plantas en Colombia ni está dentro de sus planes de mediano plazo fabricar y generar un empleo diferente al de fuerza de ventas y comercialización.

¿Y Lafrancol?

He aprendido cómo se gestionan estos negocios a nivel regional, donde no hay un gran jugador y están todas las oportunidades para que una empresa colombiana sea líder en Latinoamérica. Trabajar en Lafrancol es algo que me motiva profundamente; estaba ávido de nuevos retos.

¿Cuáles son esos retos?

Consolidar a Lafrancol como la compañía número uno del mercado colombiano, que ya lo está logrando este año no sólo en ventas, sino en prescripción, y como un jugador importante en Latinoamérica.

¿Usted siempre trabajó en compañías extranjeras?

Sí, empecé trabajando y haciendo investigación y docencia en la Universidad de Pensilvania, hace más de 20 años, y de ahí mi vinculación con la industria farmacéutica multinacional. Esta es mi primera experiencia en la industria doméstica.

¿En qué momento se produce el salto hacia lo gerencial?

Creo que en la misma universidad. Tenía proyectos y personas a cargo, técnicos de laboratorio, estudiantes, que de una u otra forma dependían de que tuviéramos el dinero para seguir, y entonces uno comienza a meterse en el tema de administración, de ¿cómo mercadear servicios, de cómo atraer financiación para los proyectos?

Es decir, fue por necesidad.

Sí, poco a poco la vida lo va llevando a uno por caminos que nunca se imaginó.

Hasta hace poco era el presidente de la junta directiva de Afidro y no dejó de causar sorpresa su paso a Lafrancol.

Las multinacionales y la industria local tienen unas diferencias principalmente sobre propiedad intelectual y el resto de los intereses, o muchos, son comunes. La falsificación nos afecta por igual, el sistema de salud colombiano y cómo ayudar a más colombianos a tener acceso a la salud.

¿Qué le aportaría usted a Lafrancol?

La compañía tiene gente tan capaz que la ha puesto en la posición número uno; yo le puedo aportar la experiencia de conocer mercados regionales como Ecuador, Perú, Chile, Centroamérica, donde he tenido responsabilidades y conozco su funcionamiento; creo que tengo conocimiento de cómo manejar el portafolio a nivel del cuerpo médico, de entenderle sus necesidades y cómo darle un mejor servicio.

¿Cuál es el fuerte de Lafrancol?

Tenemos nuestras propias marcas (genéricos de marca), que son promocionados al cuerpo médico; muchos de nuestros productos tienen sus estudios de biodisponibilidad y bioequivalencia hechos en universidades europeas.

¿Cómo ve el debate sobre propiedad intelectual entre las farmacéuticas nacionales y las multinacionales?

La industria multinacional tiene una gran dependencia de la propiedad intelectual porque en el momento en que, por ejemplo, un producto en Estados Unidos pierde su protección, en general en un año evapora el 90 por ciento de las ventas; sin ella, las dominancias que se presentan en el mercado no se darían porque sus precios en general están por encima de lo que podría ser un competidor doméstico o internacional y no pueden competir con los genéricos.

La propiedad intelectual debe existir para proteger la inversión en investigación y desarrollo, pero debe tener un límite y es tal vez la discusión más grande; las multinacionales tratan de defender al máximo la extensión de patentes o la protección de datos y, por otro lado, las compañías locales necesitan sobrevivir y ofrecer productos de calidad a unos precios que beneficien a una mayor cantidad de la población.

Lo que es muy curioso de ver, y que a uno no deja de sorprenderlo, es que las mismas multinacionales nos están copiando la estrategia. En PORTAFOLIO leí hace poco al presidente de Pfizer diciendo que quieren entrar a los mercados emergentes con genéricos de marca.

Asumo que cuando usted estaba en la industria multinacional defendía con tesón la ampliación de la protección de la propiedad intelectual. Ahora que está en la industria nacional, ¿qué?

Realmente no defendí nunca la ampliación; siempre, como presidente de la junta directiva de Afidro, busqué el fortalecimiento de la protección existente.

¿Qué tanto vende Lafrancol?

Lafrancol es la compañía líder en el mercado ético, de prescripción médica, con una participación superior al 6 por ciento, pero hay que tener en cuenta que este es un mercado muy atomizado; en genéricos estamos creciendo, no somos líderes como tampoco lo somos en mercado de OTC; de lejos somos la compañía que más crece, lo que significa ampliar la brecha y consolidar la posición que tenemos, y además, con nuestra capacidad de desarrollo, estamos lanzando cada año más o menos 30-40 productos al mercado, lo que garantiza el crecimiento y es uno de los retos que asumo: mantener ese portafolio de productos en desarrollo para los próximos cinco o seis años.

JORGE CORREA C. / Redacción Economía y Negocios – Portafolio

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