El 5 por ciento de los medicamentos que se consumen en el país estarían siendo producidos por falsificadores, según se conoció ayer en el Primer Foro Regional de Protección de la Industria Farmacéutica contra Delitos Relacionados con Medicamentos, en Bogotá.
Sin embargo, Alberto Bravo, presidente de Asinfar (que agremia a la industria farmacéutica nacional), opina que la cifra no es tan alta.
“No más del 2 por ciento del mercado puede ser falsificado, contrabandeado o adulterado. Si el porcentaje fuera superior, el fenómeno impactaría la salud pública del país y el Ministerio de la Protección tendría que declarar la emergencia sanitaria”, expresó.
En un informe sobre el tema, publicado el domingo pasado en EL TIEMPO, el presidente de la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Investigación (Afidro), Francisco de Paula Gómez, dijo que “como mínimo, 300 millones de dólares puede mover este mercado negro al año”.
En todo caso, en medio de la diversidad de datos, la industria nacional y la multinacional coinciden en su preocupación por el riesgo que se esconde detrás de esta actividad ilegal, que puede resultar más rentable que la del narcotráfico, pues los falsificadores invierten poco en la producción de estas peligrosas mercancías y obtienen una rentabilidad cercana al 60 por ciento.
China ocupa el primer lugar en cantidad de medicamentos falsificados, pero Colombia le sigue los pasos, de acuerdo con el reporte de Pharmaceutical Security Institue (2007), organización sin ánimo de lucro que elabora sus informes con base en datos suministrados por autoridades de cada país.
Colombia ocupa el octavo lugar entre las naciones en las que más se lleva a cabo esta práctica ilegal, que atenta contra la salud pública.
No obstante, el país también es reconocido en el mundo como el séptimo en logros y resultados en la lucha contra ese delito. Pero esa, “es un arma de doble filo”, indica Jaime Alberto Escobar, jefe del Área de Patrimonio Económico de la Dijín. “Entre más decomisos se reporten, más va a subir el índice de producción en la escala mundial”, comenta.
De unos diez años para acá el asunto ha cobrado mayor relevancia para las empresas farmacéuticas y las autoridades judiciales. Por eso, la Asociación Nacional de Industriales (Andi) emprendió un proyecto contra las falsificaciones que cuenta entre sus logros con la condena a más de 250 falsificadores.
Este año, la Dijín, en colaboración con las secretarías de Salud y la Fiscalía, ha realizado 37 capturas, 30 allanamientos y 52 inspecciones judiciales.
USAN HARINA Y ÁCIDO BÓRICO Según Jorge Vargas, gerente de seguridad andina de la farmacéutica Wyeth, uno de los organizadores del foro, los falsificadores prefieren los medicamentos de fácil penetración en el mercado.
De hecho, el 40 por ciento de las falsificaciones corresponde a los medicamentos que no requieren fórmula médica, como los utilizados para el dolor de cabeza y la gripa, y el 60 por ciento restante corresponde a los destinados a tratamientos específicos como el cáncer, el sida y las enfermedades crónicas.
Para la elaboración de pastillas, los falsificadores utilizan harina, agua y sustancias inocuas, pero también emplean grandes cantidades de ácido bórico, un químico que ayuda a compactar los ingredientes de las pastillas, pero que, al consumirlo, puede llegar a producir la muerte.
Para contrarrestar esta situación acaba de entrar en vigencia la Ley 1220, que incrementa las penas para falsificadores, de modo que quien incurra en los delitos de corrupción, imitación de medicamentos o ilícita explotación comercial, podrá ir a prisión entre 5 y 12 años sin el beneficio de la excarcelación.
El Tiempo, 30 de Julio 2008