Este año hay 103 farmacias independientes menos que en el 2018, frente a un aumento de 189 entre cadenas. Las grandes cadenas, también dueñas de distribuidoras, impiden a las demás obtener productos a precios competitivos.
Larry Ramírez, farmacéutico y vicepresidente de la primera cooperativa farmacéutica en el país Farmacoop, tiene 20 años de tener su establecimiento y la misma cantidad de años de participar en organizaciones que buscan establecer “reglas” en el mercado antes de que su concentración sea “irreversible”.
Los datos del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) para el 2023 muestran una de las primeras consecuencias, mientras que las farmacias independientes reportan 100 establecimientos menos en el 2023 en comparación del 2018, el modelo de cadena suma 189.
El crecimiento voraz de las cadenas es visible, por ejemplo, la farmacia de Ramírez está ubicada en Guadalupe de Goicoechea en la provincia de San José, en una de las zonas en la que la competencia en más depredadora: a 4 kilómetros a la redonda, su negocio compite contra seis sucursales de Farmacia La Bomba, la más cercana a menos de 2 kilómetros.

Larry Ramírez es farmacéutico y vicepresidente del Consejo de Administración de la Cooperativa Farmacoop, que reúne farmacias independientes. (Foto: Fabián Hernández)
En Costa Rica, tres distribuidoras (GFI, CEFA y Cofasa) controlan el 60% del mercado de importación y distribución de medicamentos. Otros 46 se dividen el 40% restante, según datos del MEIC publicados en el 2019.
Las distribuidoras a su vez tienen sus propias cadenas de farmacias, por ejemplo, GFI tiene a Sucre y a Farmacias Santa Lucía, las cuales reciben condiciones preferenciales en el precio de los medicamentos.
Esto lo ha observado Ramírez, quien compra medicamentos de una distribuidora de farmacéutica CEFA del grupo empresarial Cuestamoras —quien a la vez es su competidor al ser dueña de las cadenas Farmacia La Bomba y de Farmacias Fishel— y ha encontrado diferencias de hasta un 33% entre el precio al que le venden algunos productos con el precio final que ofrece su competencia.
“Me saldría más barato ir a comprárselo a ellos. Por ejemplo, Concor vale ₡30.535. Que el distribuidor me lo vende a mí así, okay. Y así vos puedes ver aquí de la aplicación de la Farmacia La Bomba que el producto lo vende en ₡23.400. O sea, yo como farmacia independiente lo tengo que comprar en ₡30.000 y ellos lo venden en ₡23.000”, dijo Ramírez.
A la concentración de la cadena de valor de los medicamentos (laboratorios, distribuidoras y farmacias) se le llama verticalización y es una de las razones a las que el director de Investigación del MEIC atribuye la disminución en las farmacias independientes ya que tienen menor músculo para obtener mejores precios y en ocasiones han perdido la posibilidad de fijar precios.
“Hay farmacias como Botica Los Ángeles en Cartago, una farmacia de 100 y resto de años, fuertísima y con su propia clientela a la que le pusieron una Farmavalue a la par y duró menos de un año ¿Por qué? Porque el que tiene mucho dinero puede perder un tiempo bajando los precios, cuando ya cuando estos números ya sean totalmente irreversibles sucede lo que pasó en el mercado chileno y la cosa en Chile es terrible”, lamentó Ramírez.
El farmacéutico hace referencia a una guerra de precios entre grandes cadenas chilenas, que incluso llegó a condenas por competencia desleal con multas que asegura son insignificantes ante las ganancias que acumularon, que de forma colateral desapareció a las farmacias independientes y que terminó en una colusión empresarial que mantiene los precios altos.
“Cuando ya no les daba para bajar más, las grandes cadenas coludieron y subieron los precios. Entonces, el consumidor al principio se ve favorecido con este sistema en el que viene la guerra de precios hacia la baja, pero cuando ya el mercado es dominado por las cadenas, ellas se coluden. La misma historia en cualquier mercado, ahora Chile está buscando a ver de qué forma promueve la farmacia independiente”, comentó Ramírez.
El farmacéutico sostiene que medidas aisladas, que han tomados múltiples Gobiernos —incluido el actual con la firma de decretos—, no han funcionado porque el problema recorre a toda la cadena de valor y por esto “hay que hacer una revisión total y poner reglas al mercado para abrir la competencia a toda la cadena.
“No hay que tener un doctorado en Economía para saber que el problema está en la competencia en los distribuidores y en los laboratorios. La cadena de valor última, la farmacia, es la que han creído que son muy caras, pero esto es porque somos los que ponemos la cara al consumidor”, aseguró.
Periferias son las más afectadas
Si entre los establecimientos las farmacias independientes han sido las más impactadas por el avance voraz de las cadenas y la verticalización de la cadena de valor, entre las personas consumidoras las de las periferias son las que sufren más por los precios.
El modelo de cadena tiene menor presencia en las periferias, en donde el ingreso familiar suele ser sustancialmente menor que en la GAM y en muchas impera la pobreza, pero a las farmacias independientes de estas zonas tampoco se les vende a precios competitivos.
Los datos del MEIC muestran que mientras que las grandes cadenas tienen 167 sucursales en San José, 79 en Alajuela y 50 en Heredia, en Puntarenas tiene 36 y en Limón 11. Entre todas, los tamaños de cadena las provincias de la GAM suman 387 sucursales, mientras que las periferias 155.
La falta de acceso a medicamentos asequibles o alternativas de menor costo lleva a las poblaciones cercanas a las fronteras a buscarlos en los países vecinos, Nicaragua y Panamá, y en el Gran Área Metropolitana se han reportado contrabando de productos de dudosa procedencia y eficacia.
“La farmacia de comunidad es prácticamente el centro de salud de una gran parte de la población, 41% de la población no tiene acceso a seguro y en el día a día el trabajador a donde va a buscar salud es a una farmacia, hay que buscar que esos precios bajen”, señaló el farmacéutico Mario Sánchez, en el programa de Onda UNED en el que se presentaron los más recientes datos del MEIC.
Por: Lucia Molina / Seminario Universidad / Costa Rica